AVIVAR EL
FUEGO DEL DON DE DIOS
En 2
Timoteo 2:2 Pablo exhortó a Timoteo a que encargara a hombres fieles lo que
había oído de él. Estos hombres fieles debían ser, además, idóneos para enseñar
a otros. A fin de cumplir con esta comisión, Timoteo mismo tenía que estar ardiente
en espíritu. Es por eso que Pablo le recordó que debía avivar “el fuego del don
de Dios” que estaba en él (1:6).
Dios nos
ha otorgado dos dones preciosos: Su vida divina y Su Espíritu divino. Pero nosotros
tenemos que avivar el fuego del don de Dios […] Debemos abrir todo nuestro ser:
la mente, la parte emotiva y la voluntad; debemos abrir por completo el alma,
el corazón y el espíritu. Cada mañana debemos acudir al Señor y abrirnos a Él
[…] Antes de impartir cada lección, primero debemos avivar el fuego del don que
está en nosotros. Cuanto más abramos nuestro ser, más arderá este fuego […] Si
nuestro ser está cerrado, será necesario invocar el nombre del Señor Jesús. Al
invocar al Señor debemos abrir no sólo la boca, sino también el espíritu y el
corazón […], así se avivará el fuego de la vida eterna y del Espíritu eterno
que están en nuestro ser. Avivemos el fuego del don de Dios, hasta que el don
se convierta en una llama viva. Entonces, podremos enseñar a las personas, no
[…] con una mente “de hielo”, sino con la llama ardiente.
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