I.
El tercer aspecto del recobro del Señor:
poner en práctica la iglesia:
A.
El Cuerpo universal de Cristo es la casa
universal de Dios y también el reino de Dios—Ef. 1:23; 1 Ti. 3:15-16;
Mt.16:18-19. Ef. 1:23 La cuál es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo. 1 Ti. 3:15-16 Pero si tardo, escribo para que sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
fundamento de la verdad. E indiscutiblemente, grande es el misterio de la
piedad: Él fue manifestado en la carne, / Justificado en el Espíritu, / Visto
de los ángeles, / Predicado entre las naciones, / Creído en el mundo, / Llevado
arriba en gloria. Mt. 16:18-19 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la
tierra habrá sido atado en los cielos; y lo que desates en la tierra habrá sido
desatado en los cielos.
B.
Se manifiesta en varias ciudades como
iglesias locales, donde cada ciudad tiene una sola iglesia a fin de guardar la
unidad y evitar la división—Dt. 12:5-18 Hch 8:1; 13:1; Ap. 1:4, 11. Dt. 12:5-18
Sino que el lugar que Jehová, vuestro Dios, escoja entre todas vuestras tribus,
para poner allí Su nombre y habitar en él, ése buscaréis, y allá iréis. Allí
llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la
ofrenda reservada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas
voluntarias y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; allí
comeréis delante de Jehová, vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras
familias, de toda obra de vuestras manos en que Jehová, tu Dios, te haya bendecido.
“No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien
le parece, porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os
da Jehová, vuestro Dios. Pero pasaréis el Jordán y habitaréis en la tierra que
Jehová, vuestro Dios, os hace heredar. Él os hará descansar de todos vuestros
enemigos alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que Jehová, vuestro Dios,
escoja para poner en él Su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os
mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las
ofrendas reservadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que
hayáis prometido de Jehová. Y os alegraréis delante de Jehová, vuestro Dios,
vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas,
así como el levita que habite en vuestras poblaciones, por cuanto no tiene parte
ni heredad con vosotros. “Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier
lugar que veas; sólo en el lugar que Jehová escoja en una de tus tribus
ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando. Con todo,
podrás sacrificar y comer la carne en todas tus poblaciones conforme a tu
deseo, según la bendición que Jehová, tu Dios, te haya dado. Tanto el impuro
como el limpio la podrán comer, como si fuera una gacela o un ciervo. Solamente
que sangre no comeréis; sobre la tierra la derramaréis como agua. Tampoco
comerás de tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni
las primicias de tus vacas, ni de tus ovejas, ni los votos que prometas, ni las
ofrendas voluntarias, ni ninguna otra ofrendas reservada de tus manos, sino que
delante de Jehová, tu Dios, las comerás, en el lugar que Jehová, tu Dios, haya
escogido, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva y el levita que habita en
tus poblaciones. Te alegrarás delante de Jehová, tu Dios, de toda la obra de
tus manos. Hch. 8:1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución
contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las
tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. 13:1 Había entonces en
Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se
llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el hermano de crianza de Herodes el tetrarca,
y Saulo. Ap. 1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus
que están delante de Su trono. 11 Que decía: Escribe en un libro lo que ves, y
envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a
Sardis, a Filadelfia y a Laodicea.
C.
Aunque las iglesias locales están
esparcidas geográficamente en distintos lugares, aun así, no están divididas
por ninguna doctrina ni asunto— 1 Co. 1:10-13. 1 Co. 1:10-13 Os ruego,
hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una
misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. Porque he sido
informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de la casa de Cloé,
que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice:
Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Está dividido
Cristo? ¿Acaso fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el
nombre de Pablo?
D.
La única iglesia de Dios se expresa como
muchas iglesias locales en todo el globo, pero ellas siguen siendo el único
Cuerpo universal de Cristo y no deben dividirse en sectas ni denominaciones—1
Co. 10:16-17. 1 Co. 10:16-17 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la
comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del
cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un Cuerpo;
pues todos participamos de aquel mismo pan.
E.
Entre las iglesias hay apóstoles, quienes
establecen las iglesias, y en cada iglesia también hay ancianos, quienes
administran la iglesia, y diáconos, quienes sirven a la iglesia; sin embargo,
aparte de estos servicios santos, no debe haber ninguna jerarquía, es decir,
ninguna organización religiosa o sistema de rango—1 Co. 9:1-3; 1 Ti. 3:1-13. 1
Co. 9:1-3 ¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús el Señor
nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para
vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en
el Señor. Contra los que me examinan, ésta es mi defensa. 1 Ti. 3:1-13 Palabra
fiel: Si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra desea. Es, pues,
necesario que el que vigila sea irreprensible, marido de una sola mujer,
moderado, sensato, decoroso, hospitalario, apto para enseñar; no dado al vino;
no pendenciero, sino apacible; no contencioso; no amador del dinero; que
gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda
dignidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la
iglesia de Dios?); no un recién convertido, no sea que, cegado por el orgullo,
caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen
testimonio ante los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del
diablo. Los diáconos asimismo deben ser honorables, sin doblez, no dados
a mucho vino, no codiciosos de viles ganancias; que guarden el misterio de la
fe con una conciencia pura. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y
entonces ministren, si son irreprensibles. Las mujeres asimismo sean honorables,
no calumniadoras, sino moderadas, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de
una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que
ministran bien, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que
es en Cristo Jesús.
F.
Aunque hay muchas iglesias locales en las
distintas localidades, todas ellas toman la economía eterna de Dios como su centro
a fin de portar el único testimonio de Cristo, y no enseñan ninguna doctrina
que no se relacione con la economía de Dios y que no sea parte del testimonio de
Cristo—1 Ti. 1:3-4. 1Ti. 1:3-4 Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te
quedases en Éfeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes,
ni presten atención a mitos y genealogías interminables, que acarrean disputas más
bien que la economía de Dios que se funda en la fe.
G.
En estas iglesias locales debe haber
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, lo cual es la realidad del reino de
Dios—Ro. 14:17: Ro. 14:17 Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
1.
Engendrar, nutrir, enseñar (perfeccionar)
y edificar.
2.
Compenetrarse para edificar el Cuerpo de
Cristo.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.