I.
El segundo aspecto del recobro del Señor:
la vida del Dios-hombre:
A.
La vida que llevan los creyentes, quienes
han sido regenerados para ser Dios-hombres, no por la vida de su viejo hombre,
sino por la vida divina en su nuevo hombre—Ro. 6:4-6; Ef. 4:22-24. Ro. 6:4-6
Hemos sido, pues, sepultados juntamente con Él en Su muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si siendo injertados en
Él hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte,
ciertamente también lo seremos en la semejanza de Su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él para
que el cuerpo de pecado sea anulado, a fin de que no sirvamos más al pecado
como esclavos. Ef. 4:22-24 Que en cuanto a la pasada manera de vivir, os
despojéis del viejo hombre, que se va corrompiendo conforme a las pasiones del
engaño, y os renovéis en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad.
B.
Son conformados cada día a la muerte de
Cristo por el poder de Su resurrección, y viven y magnifican a Cristo mediante
la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo—Fil. 3:10; 1:19-21. Fil.
3:10 A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos,
configurándome a Su muerte. 1:19-21 Porque sé que por vuestra petición y la
abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi
salvación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado;
antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado
Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia.
C.
Vencen el yo, la carne y todo lo referido
a la carne, a saber: el pecado, Satanás y el mundo—Mt. 16:24; Gá. 5:24; Ro.
8:3; He. 2:14; Jn.12:31. Mt. 16:24 Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: Si
alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame. Gá. 5:24 Pero los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con
sus pasiones y concupiscencias. Ro. 8:3 Porque lo que la ley no pudo hacer, por
cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne
de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne. He. 2:14 Así
que, por cuanto los hijos son participantes de sangre y carne, de igual manera
Él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que
tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo. Jn. 12:31 Ahora es el juicio
de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
D.
Vencen la religión y la cultura así como
la corriente y los entretenimientos de este siglo—Gá. 1:4; Ro. 12:2. Gá. 1:4 El
cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo
maligno, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Ro. 12:2 No os
amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra
mente, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable
y lo perfecto.
E.
Reinan como reyes mediante la vida
reinante de Cristo para conquistar todas las personas, asuntos y cosas
contrarias a Dios, a fin de ser los vencedores del Señor en esta era—Ro. 5:17,
21; Ap. 2—3. Ro. 5:17 Pues si, por el delito de uno solo, reinó la muerte por
aquel uno, mucho más reinarán en vida por un solo, Jesucristo, los que reciben
la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Para que así como el
pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por la justicia para
vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
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